Lenguaje natural, lenguaje artificial
Para los fines comunicativos cotidianos los seres humanos utilizamos los llamados lenguajes naturales, que son códigos lingüísticos que nuestra especie ha ido forjando a través de miles de años de evolución y que cada individuo es capaz de aprender en unos pocos años.
Sin embargo, el lenguaje natural, con la fundamental importancia que tiene, parece inadecuado para determinados fines porque contiene ambigüedades, imprecisiones. Es obvio que una teoría científica será mucho más poderosa si pudiera formularse en un lenguaje construido a propósito, a la medida, para captar todos los matices y complejidades de su objeto de estudio sin ambigüedades y con total precisión.
Es esta necesidad la que ha llevado a los seres humanos a construir lenguajes artificiales para determinados fines. Por ejemplo, la matemática es uno de estos lenguajes, que permite formalizar con una increible precisión teorías físicas. Para transmitir órdenes a los ordenadores para que ejecuten ciertas tareas es preciso hacerlo utilizando un lenguaje de programación, que también es un lenguaje artificial.
Pues bien, la Lógica es uno de estos lenguajes artificiales creados por el hombre, y pretende ser un instrumento de precisión para la correcta ordenación del pensamiento. En esta sección estudiaremos brevemente cómo se pasa del lenguaje natural al artificial de la lógica, así como la estructura de este lenguaje lógico, sus elementos constitutivos básicos.
Dimensiones del lenguaje
Algunos autores consideran que cualquier lenguaje natural, en tanto que sistema simbólico complejo que sirve a la comunicación tiene tres aspectos o dimensiones: la sintáctica, la semántica y la pragmática. Veámoslas brevemente:
La dimensión sintáctica se refiere a la relación que se establece entre los signos de un lenguaje. En concreto, la sintaxis estudia las diversas combinaciones de signos que dan lugar a combinaciones de ellos con la propiedad de estar bien formadas. Por ejemplo, no es lo mismo decir "En esta foto aparece el cielo" que "foto cielo la en aparece". En los lenguajes artificiales ocurre algo parecido.
La dimensión semántica se refiere a las relaciones de los signos con sus correspondientes significados. Es decir, la semántica trata de investigar las relaciones de los signos con aquello que constituye su interpretación (aunque al margen de los contextos en que estos signos son usados por sus hablantes).
Por ejemplo, si yo muestro esta parte de una foto de mis vacaciones a un amigo, y le digo que en ella se ve "el cielo", estoy utilizando el lenguaje de una manera semánticamente adecuada. Sin embargo, si le digo sin más que se ve la "piel del cielo", me tomará por un demente por hacer un uso inadecuado de la semántica, del significado de la palabra "cielo".
La dimensión pragmática alude a la relación entre los signos y los contextos y circunstancias en que se desenvuelven los usuarios de dichos signos. Por ejemplo, si yo quiero mostrar a mi amiga los sentimientos que me evoca la fotografía puedo recordar los versos del poema Vuelo de los hombres de Miguel Hernández: "Sobre la piel del cielo, sobre sus precipicios,/ se remontan los hombres. ¿Quién ha impulsado el vuelo? / Sonoros, derramados en aéreos ejercicios, / raptan la piel del cielo". En este caso el contexto dota a la expresión "piel del cielo" de un significado más o menos vago, metafórico, evocador, abierto a la interpretación, por aparecer en el contexto de un poema.
Muchos de los malentendidos y dificultades de comunicación que acontecen en nuestra vida cotidiana vienen por no utilizar adecuadamente el lenguaje, al obviar sus reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas.
Pues bien, una de las funciones básicas de la Lógica es la de ayudarnos a minimizar el riesgo de los usos inadecuados del lenguaje en el curso de los razonamientos estudiando la estructura de dichos razonamientos. Y para llevar a cabo este estudio, es preciso construir un lenguaje artificial en cuyos secretos empezaremos a iniciarnos en la página siguiente.